A más de cuatro siglos de la conquista española que impuso un nuevo sistema de creencias con la llegada de las primeras órdenes religiosas a estas tierras, algunas regiones del país han vuelto a ser tierra de misioneros. La gran diferencia con el siglo XVI es que actualmente no existe una religión única a la cual convertirse. Se trata, pues, de una reevangelización a cargo de diversas Iglesias, una realidad que transitan los pueblos indígenas de hoy, donde se ofrecen diversos caminos, que con diferencias y similitudes entre ellos, buscan to­dos acercar a determinadas ideas de Dios, con prácticas diferenciadas y en algunos casos, con modos específicos de vivir. Una oportunidad que nos exige trascender de la remem­branza a la reflexión; de la descripción al análisis de los porqués de nuestras transformaciones en el terreno de la diversidad religiosa, una de las más impactantes de México y América Latina, a partir de las últimas décadas del siglo XX, para respondernos si es posible asumir una sociedad plural, tolerante y respetuosa de la diversidad religiosa.